PARÁBOLA DE
UN SOLITARIO…
La
escrupulosidad obligaba al inspector a investigar a fondo toda denuncia o
amenaza y él a su vez comunicaba los pormenores al comandante.
Un día llevó a casa las cartas y sintió el
impulso de mostrarlas a su mujer, llegó puntualmente y cuando la vio se
despertó en él un sentimiento de odio que lo asustó, tiró las cartas sobre la mesa del comedor y
dijo en voz alta, dirigiéndose a ella:
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