CONSTANTINA
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Oscar Croc ocupó la habitación
más amplia y confortable y era el huésped que mejor pagaba. La generosidad en
el pago contribuyó a que los otros huéspedes lo consideraran un estúpido que no entendía lo que hacía.
Vestía habitualmente un traje completo de color azul con una fina camisa
blanca llevaba una cadena de oro llena de dijes y también una prominente
barriga.
A la casera le chispeaban los ojos al ver el menaje que Croc llevaba y
se hacía lenguas al hablar de su valor. La avaricia la dominó cuando vio los
documentos con los que el huésped se aseguraba financieramente.
A partir de ese momento Constantina empezó a trazar sus planes.
Croc sufría de los lagrimales
hinchados, lo que le obligaba a enjugarse los ojos constantemente, la nariz
grande cuadrada, la cara redonda como una luna y una enorme barriga sus
pantorrillas eran carnosas, que no le limitaban ante los ojos de la Casera que
lo consideraba agradable y distinguido.
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