COSAS PARA CONTAR
30
Estaba furiosa, no paraba de repetirme: ¡No me
faltaba más que esto! ¡A buen sitio he venido a parar!
Resulta difícil imaginar desde fuera la gran
cantidad de indecencia que hay en la intimidad de las personas. ¡Ah! Cuando
caen las caretas. Es el momento en que se agrietan y desmoronan las más
altaneras fachadas.
Conocí a una
señora que todas las mañanas antes de ponerse la camisa, se quedaba un buen
rato mirándose al espejo, echaba hacia atrás la cabeza, levantaba fuertemente
los brazos de modo que sus colgantes senos se levantaban y me decía:
No hay comentarios:
Publicar un comentario