COSAS PARA CONTAR
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-- ¡Caray, Cecilia! Huele muy bien.
-- ¿Yo, señor? Le he preguntado.
-- ¡Claro que usted! ¿Quién iba a ser?
-- ¡Oh señor…!
No sé si habrá entendido mi verdadero
interés, pero enseguida ha repetido:
-- Cecilia…,… huele usted muy bien…muy bien.
Rápidamente cambió de táctica.
-- ¿Se acostumbra a la casa, Cecilia?
Este señor no deja de ser un poco tonto:
pero no me disgusta, hay algo que emana de él, un cierto olor varonil, cálido y
penetrante que me agrada mucho.
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