LA
QUERENCIA 20
Estaba sentada en un rincón, Karenín se
apretaba contra sus piernas. Pensaba en el cocinero del restaurante en que
trabajaba cuando encontró a Mateo, siempre la invitaba a acostarse con él.
Pensaba localizarlo y decirle “Tu decías que querías acostarte conmigo. ¡Aquí
estoy!
Tenía ganas de destruir brutalmente todo el
pasado. Era el vértigo. El embriagador, el insuperable deseo de caer.
Cuando llegó no tuvo más remedio que
quedarse allí por durante algún tiempo. Así pasaron cinco días y de pronto
apareció él. Karrenín estuvo largo rato saltándole a la cara, entonces los
libro tener que decir nada.
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