TRES
DOMINGOS POR SEMANA 14
¿Qué hacer,
entonces? A los quince años, y aún a los veintiuno (pues yo había franqueado ya
mi quinta olimpiada), cinco años de espera equivalen a quinientos. Inútilmente
asediaba a mi tía con mis demandas. Había él encontrado una piece de résistence
(como dirían los señores de la Ude y carence), que se adaptaba maravillosamente
a su petulante fantasía. Job mismo se hubiera indignado al ver como aquel viejo
gato jugaba con nosotros cual si fuéramos miserables ratoncillos…
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