SUBLIME 14
Volvió a su mente una antigua idea, su hogar
no era él, su hogar era Karenin. ¿Quién le dará impulso al reloj de sus días
cuando no esté ella? Vivía en un futuro sin Karenin y en ese futuro se sentía
abandonada.
La perra yacía echada en su rincón y se
quejaba, salió al jardín, se fijó en el césped que crecía entre dos manzanos y
se imaginó que la enterraban allí.
-- ¿Qué haces? Preguntó él.
No le respondió. Volvía a temblarle las
manos.
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