LO
QUE CUESTA UN IDEAL 10
Cuando tengo
nueve años, mi madre decide que empiece a trabajar en un taller. Mi padre se
opone, pero económicamente hacía falta el dinero que yo ganara.
El taller se encontraba cerca de la casa donde
vivíamos, eran tres oficiales y cuatro o cinco aprendices, se hacían flecos
para toallas, mantillas de manola y colchas. Los aprendices sólo hacíamos los
flecos de las toallas, además debíamos llevar los fardos con las toallas a los
almacenes.
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