“¡a
buena hora voy a aparecer con hijo, a
los cuarenta y dos años” ¿Qué dirá la gente?
Poco importa. Buena falta me hacía
un niño en la casa.
Cuando cumplió catorce años, lo puso de
aprendiz de carpintería por elección de él. Cuando el Padre propuso colocarlo
en la casa de la hacienda, aceptó con gusto. Desde que llegó a la hacienda se
hizo el niño mimado de todos. Las señoras que solían dar algún paseo a la caída
de la tarde, lo tomaban por compañero.
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