034 CAÑASGORDAS
El número de sacerdotes pasaba de cuarenta, es decir, un sacerdote por cada ciento cuarenta habitantes. La ciudad en sus costumbres parecía un convento, la piedad era general y se hacía alarde de ella por nobles y plebeyos.
Las costumbres públicas eran severas, los delitos eran raros, Se pasaban años sin lamentar un homicidio ni un robo. Un vecino fue juzgado por el hurto de una novilla, se le condenó a presidio, y luego al destierro, pero antes de esos castigos le cortaban las manos
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