De noche no se ve, y de día la bruma que causa los incendios limitan mucho el horizonte, no se alcanza a distinguir lo suficiente para no caer en el hueco sin tapa de una alcantarilla. Las tapas las compran los reducidores a los habitantes de calle que las roban.
Y no hay autoridad para acabar con los habitantes de calle y con los reducidores y poner fin a esa sinvergüencería de una vez por todas.
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