EL ARRIBISTA
Fueron días de un furor incontenible. Natalia no daba tregua, la viuda menos, Florencia exigia lo suyo, Carlos Julio cobraba sus intereses en especie.
Ya había llegado al tope, sentía que los años no pasaban en vano.
La tía rica tenía pendiente presentar a su sobrino al doctor José María y a su esposa Lina. El doctor José María era un acaudalado burócrata y Lina ya frisaba los 50 años y tenía fama de ser muy generosa.
La vida a Maximiliano le transcurrió tal como la había imaginado.
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