Simone se creía superior a todo el mundo. A Sartre lo veneraba. Cuando se presentaron los dos al exámen final de filosofía, los miembros del tribunal estaban convencidos de que la verdadera filósofa era ella.
Ella hubiera debido dedicarse más al ensayo que a la narrativa.
Simone cumplió su herencia cultural, su sexo hizo que se convirtiera en un nuevo símbolo para la mujer. Enseñó que la mujer podía ser por si misma.
Dio el salto gracias a su voluntad, a su disciplina y a su esfuerzo, pero también pudo darlo gracias a las condiciones de su época. Simone vivió su adolescencia después de una guerra (la primera Mundial) que había acabado con la sociedad.
En medio de todo ese ruido había aparecido la chica emancipada y la liberada. Se acabaron los corsets, las enaguas. Llevaban las piernas al aire, jugaban al tenis, conducían coches.
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