Chabrié, el capitán del barco, la amó enseguida. Le ofreció como regalo de cumpleaños el único camarote del velero. Los otros pasajeros junto con los quince tripulantes dormían en el puente. Eran diecinueve hombres y una mujer. Flora, definitivamente bella. El viaje sería de meses.
Estaba la noche despejada, Flora le dijo a Chabrié:"Ayúdeme usted a clasificar las estrellas". Dialogaron como dos enamorados. Pasaron los meses, Chabrié le propuso matrimonio a Flora, ella permanecía callada; Flora, contesteme, si no, míreme. Y ella reclinando la cabeza le susurró al oído: "Chabrié, su amor me parece demasiado grande"... ...
A los treinta años, Flora era sólo un sentimiento comprimido. Era una conquistadora que iba tras el oro del Perú
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