Salomé
Su primer amor se llamaba Henrich Guillot, párroco holandés, tutor de los hijos del Zar, titula de la iglesia Luterana de San Petersburgo. Rubio, dotado de una voz encantadora, preferido de las mujeres de la sociedad.
A los dieciséis años había iniciado con el pastor, pero este la rechazó por su dogmatismo. Si Dios no existía ¿Qué estaba haciendo allí? El pastor no había tropezado con una obstinación tal
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