Mesalina
Don Alberto no había, ni siquiera imaginado, lo que pensaba ella con respecto al sexo y a él. En los caminos del amor siempre había tentado a ciegas sin imaginar que caminos se le presentaban. Se tranquilizaba con alguna que a veces le caía en la mano. Le parecían sabrosas y le hicieron feliz. De todas las experiencias tenía como conclusión, la idea de que las mujeres son impredecibles.
Pero Patricia llevaba casi cuatro años desgarrándole el corazón.
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