ORTEGA Y EL LIBRO UN EQUÍVOCO
El
Quijote es un equívoco. Yoda la elocuencia nacional no ha servido de nada.
Todas las rebuscas eruditas en torno de Cervantes no han aclarado el colosal
equivoco. Lejos en la llanada manchega la larga figura de Don Quijote se
encorva como un signo de interrogación, es como un guardián del secreto
español.
No hay libro alguno cuyo poder de alusiones
simbólicas al sentido universal de la vida sea tan grande, y, sin embargo no
existe libro en que hallemos menos anticipaciones, menos indicios para su
propia interpretación.
Es por lo menos dudoso que haya otros libros
españoles verdaderamente profundos. Razón de más para que concentremos en el
Quijote la pregunta: Dios mío ¿Qué es España? En la anchura del orbe, en medio
de las razas innumerables, perdida en el ayer ilimitado y en el mañana sin fin,
bajo la frialdad inmensa y cósmica del parpadeo astral.
¡Desdichada la raza que no hace un alto en
la encrucijada antes de proseguir su ruta.
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