COSAS PARA CONTAR 16
Don Roberto se arrodilló y comenzó a besar mis
botines al tiempo que los desataba y los manoseaba.
--¡Oh Maríe! ¡Oh Maríe! ¡Tus botines!
¡Dámelos enseguida! ¡Los quiero ahora mismo! No quiero esperar a mañana.
LA IMAGINACIÓN
Al día siguiente, cuando entré en la
habitación a la hora de siempre, al abrir la ventana faltó muy poco para que me
desmayara… ¡Don Roberto estaba muerto!
Estaba completamente desnudo y parecía haber
expirado en forma tranquila. Don Roberto tenía entre sus dientes uno de los
botines y lo tenía tan fuertemente
apretado con los dientes que me vi obligada a cortar el cuero con una
navaja de afeitar.
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