LA
CASA DE LA NOCHE 7
De
preludio suena el timbal, - ¡Señor Pequé!, el mutismo es roto con el llanto de
clarines y gemidos de bajos, los instrumentos de viento y percusión hacen
explotar el recinto con notas sacrosantas. El trono cadencioso pasa del crucero
a la nave central, momento en el cual, a semejanza de estrellas – brillante e
innumerables – los centellos de cámaras fotográficas se presentan expectantes
sobre las andas. Hablamos mientras bebemos vino. Con certeza cualquier susurro
superpone únicamente los cestos de flores y la peste por desgracia.
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