TRES
DOMINGOS POR SEMANA 26
Tío –Por
supuesto…por supuesto. El doctor Dubb…
Esmithenton. –(Tapando su voz.) Pues bien,
señor: la velocidad de esta revolución
es de mil millas por hora. Supongamos ahora que yo me traslado a mil millas al
este de donde estamos. Como es natural, me anticipo a la salida del sol en una
hora exacta con respecto a Londres. Veo salir una hora antes que usted. Si
avanzo otras mil millas en la misma
dirección, me anticipo en dos horas; otras mil millas y tendré tres horas de
adelanto, y así sucesivamente hasta que, terminada la vuelta al globo, y otra
vez en este mismo sitio después de viajar veinticuatro mil millas al este, me
abre anticipado en veinticuatro horas a la salida del sol en Londres: vale
decir que estaré adelantado en un día con respecto al tiempo de usted. ¿Claro,
no es cierto?
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