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jueves, 20 de abril de 2017

LAS CARCELES

                          LO QUE CUESTA UN IDEAL     13           


   Cuando vuelvo, mi madre me manda a las máquinas Singer a que aprenda a bordar. Por ese entonces mi madre cayó enferma y me fui a trabajar a la fábrica de impermeables. Yo con mis doce años no tenía permitido trabajar. Cerraron la fábrica. Mi madre decide que me ponga a coser, y entro en una tienda de ropa para niños en una calle típicamente judía. En esta época llegó la República, y se empezó a dibujar en Briseida el activista de izquierda que había incubado en ella el obrero metalúrgico que le había dado amor y enseñanzas. Al respecto ella cuenta:

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