CAÑASGORDAS 12
El
número de sacerdotes que decían misa diariamente pasaban de cuarenta. Entonces
había en un sacerdote por cada ciento
sesenta habitantes. La ciudad en sus costumbres parecía un convento, la piedad
era general y se hacía alarde de ella por nobles y plebeyos; todas las familias
se confesaban varias veces al año, forzosamente en la cuaresma.
Las
costumbres públicas eran severas, los delitos eran raros, se pasaban años sin
lamentar un homicidio ni un robo. Un vecino fue juzgado por el hurto de una
novilla, se le condenó a presidio y después al destierro, pero antes de esos
dos castigos le cortaban las orejas.
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